No me gusta mucho, más bien nada, arrancar arboles del monte, por eso soy un ávido consumidor y visitante de viveros. En éste caso y dejando al margen el tema del yamadori me dirigí a un vivero cerca de la localidad donde vivo, un domingo cualquiera, en busca de un junípero susceptible de convertirse en un arbolito medianamente decente. Qué frío !!!. A -2º C se entumecen la mente y los dedos mientras revisamos los troncos de los candidatos.
De entre ellos salió éste con una aceptable distribución de ramas y un tronco estupendo y que una vez pagado en caja y calentadas las manos para poder conducir de forma medianamente segura fue llevado a casa.
Comenzamos la formación ...
Llegados a este punto hay que decidir ...
Y se decidió esta opción
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